La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

26 junio 2008

El final del verano suele traerle la posibilidad de hacer una excursión por maizales ajenos, los que ofrecen en esa época choclos a punto para ser transformados en humita, esa delicia cuyo sabor se ve realzado cuando la materia prima no provino de un intercambio monetario.
Las averiguaciones previas para ubicar el lote preciso, el punto adecuado, la proximidad a algún camino, los integrantes del equipo de "cosechadores", la selección en el lugar (ni demasiado tiernos ni muy duros), la cantidad a cortar, todo constituye un ritual preciso.
Ahora están en la cocina,sobre la mesada, pelados y listos. Como siempre, falta poco para la cena.
Se apura desgranándolos con el cuchillo grande, tratando de evitar los cortes en sus dedos, algo que le sucede con cierta frecuencia y que ha dado origen a más de una broma de sus hijos. Sin embargo, hoy se salvó.
Se distrae con el noticiero de la tele, mientras busca la licuadora y los otros ingredientes. Al abrir la heladera, nota que debería reponer algunos faltantes, los estantes lucen despoblados.
Mientras procesa los granos, las cebollas, tomates y pimientos, piensa que sería pasible de fuertes sanciones por los creadores de la receta original. Quizá hubiese preferido usar mortero, cuchillo y paciencia, en lugar de licuadora y apuro.
Enciende la cocina, ubica la olla sobre su hornalla preferida, y empieza a revolver; ahora, la cuchara se mueve con facilidad.
Ve que los vidrios de la ventana están nuevamente sucios, y recuerda los comerciales en que aparece un superhéroe que limpia todo ante la mirada extasiada del ama de casa.
Se le plantea una gran duda: si pudiese elegir otra vida, quisiera volver a la ausencia de estrés o ir hasta un futuro poblado de robots capaces de limpiar los vidrios por ella?
Mientras empieza apercibir los primeros aromas, se da cuenta que la fatiga crónica no es su mayor problema; tampoco sería lo suyo mirar robots con arrobamiento.
La consistencia ya parece estar llegando a su punto adecuado, debería probar.
El sabor es dulzón, con toques picantes y aroma a hierbas.
Mientras el paladar lo disfruta, siente que algo de su infancia está en esa casa, en ese lugar, en este tiempo.

El viento del sur se sintió solo, estremecido en su frío.
Quizá aquellos dioses salvajes lo acompañaron por siempre.
Volaban unas hojas secas. Un cardo ruso rodó en silencio.
Quizá ese sol haya sido el que siguió brindándole calor cuando lo rodeó la niebla y lo abandonaron los hombres.
Un color parduzco uniforma camino, potrero y distancia.
Y los días, qué largos eran aquellos días. Y cómo brillaba el sol en Misiones.
Sobre el horizonte,se veía la casa, junto a unos galpones grandes y oscuros.
Dioses de la selva,apenas entrevistos, pero tan poderosos como el Dios de sus padres. Aunque más solidarios, capaces incluso de cometer equivocaciones.
Se dirigía hacia ellos, lento, como si no tuviese prisa.
Anochecía. Una luz amarillenta apareció en una ventana.
Los hermanos, los primos, la casa inmensa, los cuentos de su madre.
Apuró muy poco su paso.
Los recuerdos de la infancia siempre fueron su refugio.
Amaba la noche, a pesar del frío.

19 junio 2008

A veces, el río se volvía violento y marrón; sus aguas cubrían arena, barranca, ribera, alambrados.
Se miraron con rabia, chocando el negro de unos ojos con el oscuro de la otra mirada.
Unos troncos enormes avanzaban, lentos, encallando algunos entre piedras enormes como casas.
Apenas relumbró un facón muy largo.
Los animales de tierra se asustaban, huyendo hacia sitios seguros, mientras los pájaros seguían su rutina de canto, bandadas y zambullidas.
Después, la sangre llegó hasta el sauce más viejo.
En esos momentos, mirando el río oscuro, el niño viajaba lejos.
Un sauce luce una cruz oxidada entre sus ramas que aún lloran.

15 junio 2008

Viento de La Quebrada

Mi soledad se ve ocupada, invadida.

Acostumbro vagar a mi antojo, por lugares en los que los cambios son paulatinos, casi imperceptibles.
No me agrada lo fugaz, lo estridente. Necesito espacios libres para desplazarme, desprovistos de obstáculos.
Ahora percibo presencias extrañas.
Hay una fiesta, miles de personas alteran mi paisaje.
Los veo moverse, juego con sus voces, que traslado y deformo; avivo sus fuegos y apago sus velas, mezclo los olores.
Quisiera que algo me uniera a ellos, poder sentir.
Incluso detenerme alguna vez, aún a riesgo de que esto signifique mi fin.
Ellos están partiendo, vuelve mi libertad.

13 junio 2008

Humaredas pálidas a lo lejos, los cerros vigilan, la cruz espera.
Muchedumbres ansiosas, vírgenes expectantes, un sueño.
Salvación que asoma, cumpliendo sus ritos: confesión, penitencia, perdón, llanto, gozo, canción.
Los vientos vuelven, los ruegos también. Y las promesas, plástico, fe y vino rodando abrazados.
Ruegos mezclados con alabanzas, plegarias hechas grito, preguntas que acusan.
Torbellino de seres cumpliendo rituales,el frío que llega.
La ceremonia concluye, se alejan los cuerpos, retorna el vacío.

(Fiesta del Cristo de la Quebrada)

05 junio 2008

La noche del secuestro

Niebla, frío, lluvia
Una trampa como tantas
Niños, golpes, gritos
la prepotencia que arrasa,
golpea, roba, ciega
Dolor atenazando los pechos
el llanto y el frío
Rencor sordo, ignorante,
la sinrazón del tormento
Un niño llorando,
duerme la niña,
la madre implora.
Y los gestos y los gritos
Basta, ya basta de noche
Basta, ya basta de sangre
Noche interminable,
amparo de ladrones,
protección de asesinos.
Lluvia, niebla, frío.
Niños y madre que huyen.
Él, desaparecido.
Una estrella fugaz, un relámpago
Y, después, las sombras y el vacío...

(http://www.literatura.org/Conti/secuestro.html)

Flor de lino qué amargo el destino...
Ojos jóvenes que estiran la mirada tras de los álamos.
¿Aún se siembra lino en Santa Fe?
O sólo soja, monótona y omnipresente, hasta en las banquinas, que antes tenían personalidad, y ahora plantas disciplinadas.
Mañanas de lino en el viento. Los álamos lejos, la vida que te atropella, te quiebra , te aniquila.
¿Te fortalecen los golpes?
No, los golpes te hacen mierda, las cicatrices duelen. Cuando cambia el clima y cuando cambia el rumbo.
Aquellos álamos, el río, el lino, el granizo, todo blanco como nieve, pero era enero.
Mortaja de lino cubriendo el campo un tiempo tan lejos otro cielo otro sol otra alma o no alma.
Sudario blanco cubriendo los sueños.
Y el enigma del Santo Sudario, cuánta gente ocupa, discute y mata.
Y siguen matando con los mismos pretextos. Quizá tenerlo o creerlo haga que alguien sea más fuerte.
Pero siempre sucede, el pretexto se transforma en razón, la razón en dogma, el dogma en guerra.
Y la guerra siempre requiere sudarios, que ya no son de lino, son sintéticos.
Tal vez las guerras por el petróleo en realidad encubren la necesidad de materia prima para la elaboración, entre otros productos, de sudarios.
Plásticos, como algunas ideologías.
Y el lino, floreciendo a lo lejos.
Como un mar sólido, pero sin arrecifes, sin corales ni tiburones.
Ahora ya no se le dice tiburón a alguien peligroso. Se enfrentan bandos de palomas y halcones. Extraño, ahora son pájaros los que deciden. Quizá la analogía haga justicia al intelecto de los líderes.
¿Estarán en pie aún los álamos?
Nunca volví a ver un campo de lino en flor.
Y las palabras que salen, se escriben para que la tinta escape del depósito de la lapicera, para alinearse en frases que tal vez lleguen a ser miradas por una mirada que les transforme el sentido cuando pasan de la hoja al ojo, del papel a alguna parte.
¿Papel de lino?
¿Papel azul?
Nunca volví a sentir ese color...

03 junio 2008

Estoy triste
Tengo miedo
Me da tristeza tener miedo
Me cayó un aerolito encima
Partió mi cráneo
Esparció mis sesos
Son pocos
No sirven para nada ahora
Algo útil pudieron hacer
O quizá sirvan como fertilizante
No los extraño
Empiezo a sentirme libre