La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

24 enero 2013

Palabras suaves y diáfanas,
como si estuviesen envueltas
en terciopelo transparente.

Sueños que se reflejan,
dispersos,
en los mil pedazos
de un espejo roto.

22 enero 2013

Palabras envueltas 
en  terciopelo transparente, 
suaves, perfectamente nítidas

15 enero 2013

Últimamente tiendo a ver cosas,
no estoy segura que existan,
alucinaciones dirían algunos.
Pienso: 
quizá sean  sólo reflejos 
sobre un espejo imaginado.





En el aire,
tiembla el recuerdo
de una palabra no dicha.

Hoy he descubierto, 
en mi sien izquierda, 
una estrella de cinco picos,
apenas un brillo pálido,
señal hecha de grietas 
negada a la vista por años.
Como si fuese la memoria
de un disparo que no pudo
atravesar un vidrio blindado
o una telaraña mínima
abandonada en la tarde.


14 enero 2013

Las estrellas responden
todos los interrogantes,
en su idioma.

11 enero 2013

Tratando de retener entre los dedos
el brillo del agua,
como los antiguos perseguidores del oro.

08 enero 2013


Inventó un mundo,
pequeño.
Un mundito, diríamos.
Y empezó a habitarlo
lapsos cada vez más prolongados
hasta radicarse definitivamente allí,
entre las pocas cosas que cabían en él
seleccionadas de modo meticuloso y racional.
En los atardeceres lentos del verano
o en alguna madrugada luminosa de abril
puede verse el brillo,
leve,
del mundito inventado.
Apenas más alto y un poco a la izquierda
del sitio 
desde donde deslumbra el Lucero.

06 enero 2013

País de otoño, luna menguante
Pequeños ríos de agua tibia
atraviesan un mundo
hasta mis labios, 
cerrados.

Atardecen girasoles.
Olvido tu mirada,
en silencio.