La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

29 julio 2012

El horror es blanco
y silba, como un zorzal
o una armónica
tirada en la banquina
de un camino polvoriento.
El horror es seda,
blanca, con pavos reales
y un ojo de Buda
escondido entre las plumas.
El horror, a veces, llega.

Suelen las tardes de otoño
escuchar los murmullos de insectos
que claman por una respuesta
para encontrar el porqué,
especificar el cuándo
o decidir el dónde
encontrarán la razón
que justifique su existencia.
Plegarias de alas, de patas y antenas
se elevan en columnas frágiles,
humo apenas en el aire fresco
mientras ojos en mosaico
indagan sin tregua.
Como un rosario, un angelus
o un via crucis,
una vigilia que sueña amanecer epifanía,
los insectos preguntan,
en tardes de otoño,
como interrogan los hombres
en la víspera de su muerte.
Y, según dicen,
inventan,
suponen
o afirman,
tampoco para ellos
existen respuestas.

17 julio 2012

Salvemos el silencio,
que no lo asfixien las palabras.

Memoria,
olvido elegido
para que la vida siga.

Nubes color de frío,
campos color de invierno
y cardos rusos,
globos de espinas
rehenes del viento.

Tenazas de hielo
o de acero,
quitándome el aliento
para que la voz no crezca,
la palabra no sea.

10 julio 2012



Mis dedos dibujan gatos,

quizá sea que las palabras 

no pueden ser pronunciadas.

Mi voz se aferra

con fuerza a mi garganta,

se esconde detrás de la lengua

y no hay modo de sacarla.

Quizá quisieran ocultarse

en una gruta,

resguardadas en el silencio

eficaz de una montaña,

un camino perdido entre rocas

y la nieve

que no deja de caer.

01 julio 2012

Salvemos el silencio
que no lo asfixien las palabras.
Arropemos las palabras
que no se vuelvan vacías
de tanto no pensarlas.
Cuidemos el silencio, salvemos las palabras.