La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

17 noviembre 2011

Entre el dolor del vacío
y la duda certera
amanecen mis días
despojándome de certezas
sumando vacíos.
Como si fueran dejándome en pedazos
para encontrarte
indefenso
ignorado
inhallado.
Aunque una vez encontré a tu hija
ojos que miran
como una vez los tuyos
pero no.
Aunque haya sido ese día
una paz
como lo sería
ver preso tu verdugo.
Amanezco sintiendo
o pensando
tu desamanecer
en ese sitio impreciso de tu nomuerte.
¿Puede tal vez calmarse el anhelo
a pesar
del empeño inútil?
¿Qué desvariado sino
te quitó el mirar?
¿Una carta sería desde mí
para que por una vez
tu dolor no sea?
Mi noche
¿será acaso la misma noche
de vos?

15 noviembre 2011

Desventurados los que tienen la desgracia de decirle plenilunio a la luna llena, porque complican el sonido y perturban la imagen, transmutando un disco refulgente en el cielo apenas oscuro, casi claro, escasas estrellas, alguna nube, en una palabra que no está acorde con eso, pienso mientras miro esa sombrita blanca que apenas se dibuja en el cielo sobre el monte profundamente verde.
Sueño en ese monte y lo pueblo de batallas, de soldados y lobos, más allá tal vez espere el sable que cortó mi mano, la metralla que asustó a la tropa.
Pero todo está hoy en silencio y no es Portugal ni Europa, es una tierra lejana a la que llegué en la máquina voladora que construí junto al cura loco Bartolomé de Lourenzo, él me convenció que debía conocer su tierra natal y hacia Brasil enfilamos la passarola.
Pero falló algún cálculo, ámbar, éter o voluntad no fueron suficientes, estoy solo frente a un bosquecito de árboles que ni conozco ni nombro, no encuentro al cura ni Sietelunas está conmigo.
Lloro, miro la luna, pequeñita porque es de día, sola allá, botón blanquecino sobre un cielo azul que no es mío, ahora noto que también desconozco esta sensación de vacío que asfixia mi pecho, esa falta que siento porque a mi lado no está ella, la que es capaz de la mayor de las magias, poder ver dentro de los hombres lo que dentro de ellos está.

09 noviembre 2011

Teje Matilde teje hilo finísimo seis agujas que nunca se caen dibujan rosas rojas abrazando la pared blanca dibujan margaritas blancas cubriendo el camino de pedregullo y césped verde como la hoja de la hiedra que cubre la rajadura entre los ladrillos ásperos como las manos del que cada mañana besa a Matilde antes de irse al campo a robarle un poco de vida a la tierra para su único hijo nacido entre acacias blancas y pastizales ondulantes frente al río que canta murmura o grita que trae paz o se lleva la sangre del que acuchillaron debajo del sauce que nunca dejó de llorar sus ramas en el agua sus hojas acariciando la corriente pidiendo perdón por no haber visto o no haber adivinado que entre las sombras brillaría un puñal que el puñal estaría en una mano que esa mano obedecería a un rencor que sólo podría callar si el puñal hallaba un corazón y brilló la sangre sobre el pasto y la luna hizo como que no vio miró hacia otro lado viajó a través de nubes blancas como espuma en el cielo azul como de noche entre estrellas que brillan como metal y viajó la luna viajó alumbró unos cabellos blancos unas manos ágiles unas manos ásperas unas manos que hoy están dentro de mis manos.

04 noviembre 2011

Aniquilado el pensamiento

olvidada la razón

calma la oscuridad

el agobio descansa

El agua llamando

entre rocas, entre cerros

inundando arena

arrastrando el tiempo

Frágil lazo de luz

nutricio cordón

proximidad material

sin esperanza certera.

El sol un sueño

el aire portador de olores

puede acaso el sol

ser llevado en el viento.

No tiene límite el dolor

tampoco la venganza

persigue el vengador su paz

su paz es una quimera.

Vuela un pájaro en la lejanía

sueña otro en su jaula

cuál es libre,

cuál prisionero.

Y cuando llegue la noche final

cuando acaben soles, ríos y viento

seré libre, tendré paz.

Acabada tu venganza

de tu rencor morirás prisionero.

02 noviembre 2011

Me está poniendo en un serio aprieto la necesidad de exponer en síntesis breve o desarrollo explícito la profundidad de una creencias de la que completamente carezco. Si se tratase sólo de la posibilidad de experimentar otras vidas cuando la vida se acabe, la situación puede ser resuelta sin mayor tardanza o impedimento, en vista de la clara situación planteada por la apabullante bibliografía que certifica, prueba y confirma la no desaparición de la energía y su sabia como también explicable mutabilidad con la materia lo cual brinda la certeza de que aún los más empedernidamente escépticos una vez que aparecimos por acá quedaremos. Si de ceremonias se trata, todo hecho humano es pasible de ser convertido en alguna de ellas, y así hay seres que ceremonian del principio al fin cada día, del nacer al morir y todos sus estados intermedios, posiblemente de ellas sean las líneas rectas que constituyen los renglones en los que se escribe la historia. Pero cuando percibo que mi condición natural es permanecer escribiendo fuera del margen trazando sobre él, en la zona que debiera estar vacía, innumerables anotaciones que lo llenan y a la par de ello debiendo hacer una teoría que se fundamente en algo tan concreto como debiera serlo la patria, naufrago rápidamente en el mar del escepticismo, no vienen a mí las palabras que quizá se espera pronuncie, sólo convenciones, fuegos artificiales, bombas atómicas y de las otras, hermandad perdida entre quienes se comparte la común característica de pertenecer al género humano, capitalismo que ahoga, fundamentalismos de diversa laya y parece que seguiría enumerando pestes ante la invocación de esa palabra a la cual no logro encontrarle virtud que la salve, cariño que me produzca ni sensación de placer, con las debidas disculpas que pido a quienes trataron de enseñarme lo contrario, libres ellos de culpas, es sólo mi atención dispersa...

Como si la consigna fuese atravesar
a nado lento o en bote frágil
un mar helado
para salvar la luz
o en resguardo del fuego.
Como si un gigante amenazara
destruir lo frágil en un instante
golpe certero o abrazo mortal
cancerbero implacable de un muro ciego.
Abandonar la calma
desafiar lo incógnito
lo brutal y violento
a gatas casi o en pasos breves
respirando apenas
tras lo inalcanzable
a pesar de adanes y evas
o tal vez por ellos
abandonar lo cierto
lo que ya no basta
alcanzar lo lejano deseado.