La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

24 septiembre 2011

Ayer a la noche dicen que la sacaron de acá, porque la cosa se puso fea. Y sí, siempre pasa esto cuando se mete alguno nuevo a hacer como que sabe, como que se las aguanta. Pero a mí no me la hacen creer, yo apenas lo vi a ese flaco, me di cuenta que no iba a aguantar. Es de esos que hablan mucho, y en este negocio hablar no hace bien, si no tenemos que vender nada ni convencer a nadie. Cuanto menos hablás, menos chance de atacarte tienen, si no decís nada nadie puede acordarse de vos.
Y el flaco dale que charla con la vieja de al lado, él decía que era para que la vieja confiara, pero se olvidó que él no es de este barrio, y no se puede hacer pasar por el que no es. Mucho menos agrandarse y decir que trabaja en una empresa del centro, quién le va a creer si se le nota que nunca se levantó temprano dos días seguidos.
Pero bueno, cada uno a lo suyo, yo tengo que pintar el frente como me dijeron, y mientras tanto ir sacando lo que pueda del galpón del fondo, donde estuvo la piba hasta anoche. Y si la vieja viene a preguntar por el flaco, le digo que está trabajando en el centro, como todos los días.
Aunque sepa que él está desde ayer a la tarde en un baldío, allá por el sur, envuelto prolijito dentro de una bolsa negra, aprendiendo a quedarse callado...

Es tan difícil decir azul
o cruel decir un río,
el invierno o la nieve que no llegó.
Nombrar ensueño sin cerrar los ojos,
partir si la función no ha empezado.

Molinos que nunca dejaron de girar
un campo, al sur, donde te cuidan
para que las lágrimas se sequen,
para que la noche no llegue.

Dentro de tu mirada la mirada de otro
generosidad que comparte el asombro
para seguir estando,
como si fuera
un trazo en un ideograma,
casi imperceptible, pero necesario
para otorgar un significado.

Se necesitan tantas palabras para dibujar un sol:
un poema breve, tres líneas,
escalera incompleta
para vencer la ausencia.

Brilla el acero, oscuro.
Anhelante.
Como la última mirada
o el primer reproche.
Ya no es el tiempo,
ya fue bastante.
Cuando la noche llegue
cuando venza el sueño
en la mano firme
el puñal certero.
A un costado del pecho
un corazón inmóvil.
Con los latidos muertos
tejeré un velo
para ocultar mi risa
cuando tu tumba se cierre.

Pocas son las estrellas
que esta noche soportan
tan dispar competencia.

El borde de los cerros
apenas
se distingue del cielo.

Juega el viento en la cañada
se disfraza de silbido
para desorientar las voces.

Matorrales secos
y algún árbol
esperando florecer.

Es de sal la arena
brillo prestado para olvidar
al río que ya no está.

14 septiembre 2011

Educación Vial


Ella avanza, cabellos al viento,

ciento cincuenta c.c. de cilindrada

noventa y siete cuotas fijas por pagar

graciosamente ubicados en su antebrazo dos cascos.


Tiene prioridad de paso quien viene por la derecha

excepto cuando se trate

de Hilux patente F o posterior

F100, Amarok o RAM,

quienes circulan con prioridad permanente

a partir del repunte de rentabilidad de la producción de soja.


Aprendió a mirar cuidadosamente

o incluso tocar bocina

al llegar a una esquina o cruzar una avenida

después de haber cambiado dos veces

paragolpes y parrilla completos.


Semáforo, baliza, barrera.

Señal luminosa o advertencia sonora.

Respeto al peatón?

Oh, perdón, en la calle reinan los motores.


Parece haber creado una simbiosis permanente

ya no es hongo ni alga

es liquen barbudo en la piedra

el celular entre la mano y la oreja izquierdas

inseparables, a pesar del volante,

los cambios, semáforos, esquinas,

los perros y la gente.

13 septiembre 2011

Como una ola que atraviesa
el mar agitado
o un relámpago lejano.
Un instante que apenas empieza
como si se abriera una puerta
o de pronto una campana,
a lo lejos,
indicase cómo está pasando el tiempo.

Pero miente la campana cuando suena
entre carcajada y llanto.
El tiempo no pasa,
se detiene,
hasta que la noche llegue
para cobrar los sueños.

08 septiembre 2011

Si la palabra es abismo
y el abismo es caída,
la caída puede ser vuelo
si la profundidad se hace techo.

Avanzar, desconfiando,
inseguro hasta el borde y seguir,
a pesar de que aún no he logrado
adquirir la destreza
o la mirada clara
que permite, inexorable,
discernir entre vuelo y caída.

06 septiembre 2011

Cómo describir el despojo sin usar las palabras
nombrar silencio para ocultar el temblor
pintar una puerta donde no hay salida
o encender un fuego
donde debiera decir perdón.

Cómo mezclar significados
para calmar el dolor
que si no se dice, tal vez se olvida,
que si no se llama puede ser ignorado.

Despertar a oscuras, paredes ciegas
cómo saber si el tiempo sigue,
si los caminos llegan,
si persiste la lluvia
o si la música aún vive.

02 septiembre 2011

Alguna vez, quisiera
salir por la tarde
con un perro al lado
recorrer las calles
hasta entrada la noche
buscando cuidadosa,
juntando racimos de minutos
ramilletes de segundos,
cosechando torrentes
de tiempo perdido.

Acá cerca, a la vuelta,
ayer no más,
parece que fueron varios cientos
de horas que se fueron,
no se sabe a dónde.

Seguramente vos podrías
como siempre ha sido
sin darte cuenta,
o haciendo como que
hacías otra cosa
con el tiempo perdido por unos,
encontrar el tiempo
para querer a otros,
envolverlos en bufandas,
salar un guiso
o abrazar a tiempo,
tiempo completo.