Pocas son las estrellas
que esta noche soportan
tan dispar competencia.
El borde de los cerros
apenas
se distingue del cielo.
Juega el viento en la cañada
se disfraza de silbido
para desorientar las voces.
Matorrales secos
y algún árbol
esperando florecer.
Es de sal la arena
brillo prestado para olvidar
al río que ya no está.
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