Como una ola que atraviesa
el mar agitado
o un relámpago lejano.
Un instante que apenas empieza
como si se abriera una puerta
o de pronto una campana,
a lo lejos,
indicase cómo está pasando el tiempo.
Pero miente la campana cuando suena
entre carcajada y llanto.
El tiempo no pasa,
se detiene,
hasta que la noche llegue
para cobrar los sueños.
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