La ruta casi desierta en una tarde de invierno. Los campos vacíos, parecen muertos después de la cosecha, planicies extensas apenas heridas por los alambrados o mostrando la sorpresa de un molino.
A intervalos irregulares, eucaliptos de aspecto extraño, como monstruos de los pantanos de películas clase B, habitantes de las banquinas que van pasando como una ráfaga de sombra.
El viaje, por repetido no se hace breve y amenaza el sueño, haciendo que los parpadeos sean menos frecuentes a fuerza de voluntad para mantenerlos abiertos, pero cuando caen tardan cada vez mas tiempo en despegarse.
El sol de frente ya deja de ser una molestia, es posible mirar las nubes para romper la monotonía del asfalto. Al levantar la mirada, veo las bandadas volando hacia el sur.
Van apareciendo como puntitos formando figuras difusas, pequeñas islas negras sobre el cielo que se va oscureciendo, mas visibles cuando atraviesan alguna nube. Al acercarse, es posible ver -o quizá adivinar- las formas individuales, alas agitadas y picos agudos. Después de un momento, se empequeñecen hasta desaparecer.
Pasan los kilómetros y veo nuevas formaciones, como si una hecatombe los estuviese haciendo huir o los convocara una urgente reunión de seres alados, a realizarse muy pronto en algún lugar de la Patagonia.
Por la noche, sueño bandadas que forman señales claramente visibles desde el espacio, indicando los puntos exactos para el aterrizaje.
2 Comments:
que graaaan texto... fue genial leerlo che, ademas, estaba escuchando justo una cancion de una banda llamada mono:
http://www.youtube.com/watch?v=t8JzbrduVXU
link ahi por si te pinta escucharla, y la cosa se hizo mas alucinante aun... senti un nudo en la garganta, y el final, me parecio un paisaje increiblemente desolado y bello... toda la soledad junta, de esperar a que vuelvan a buscarte...
que genia que sos
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