La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

28 mayo 2009

Mujer, implacable y esquiva
Sobre la arena, sombras y restos de vida pasada
Las preguntas vuelan en un instante
Palabras bruscas, secas como latigazos
¿Por qué volver?
¿Aún es posible?
Las olas trazan un rostro inclinado en la oscuridad
Cuerpo cuadriculado por el dolor y la ausencia
Hay una música apenas perceptible
Un nombre escrito sobre la arena con letras rojas, grita solitario
Son necesarios puentes para reunir misterios
Pero ella está cada vez más lejos...

24 mayo 2009

Alerta! Los libros están vivos!
Dos libros de Galeano estaban colocados perpendicularmente sobre una fila de libros de mi biblioteca. Los agarré y coloqué uno en cada estante, donde supuse que habría lugar.
El libro de los abrazos fue a ponerse al ladito de Noción de patria. Espejos se acomodó entre Anunciaciones y La caverna.
Juro que fueron ellos los que eligieron sus lugares, yo miré después de haberlos puesto.
Todavía me dura una especie de haberme quedado sin respiración un largo rato...

16 mayo 2009

Plegaria por Andreíta

Llego este año como todos, desde hace tantos
caminando, cada vez más lento, con más dolor quizás
para darte gracias, como siempre
para pedirte algo, como siempre.
Pero hoy no es por mi familia ni por mis amigos queridos
ya mi familia se ha ido de a poco
y mis amigos son todo lo felices que pueden
quiero entonces Señor solicitarte por alguien
que tal vez tenga muchos que por ella recen
pero yo la veo sola, golpeada,
por lavida, el dolor y los hombres,
manchas oscuras que aclarar debe
para presentar en público sus evidencias,
ése para el que derramó lágrimas
en toda su vida vivida para él.
Ella es casi una hija para tantas
que como yo la vimos crecer
ir cambiando su altura, su forma,
sus peinados y colores de pelo,
la hemos acompañado siempre
aunque ello no alcanzó para evitarle
como a tantas hijas los golpes
como a tantas hijas las lágrimas.
Te pido Señor por ella, que la acompañes
la ayudes a encontrar por fin
un buen señor que la ame
pueda ofrecerle vacaciones y viajes,
un spa a tiempo, alguna cirugía quizá,
ella que tanto ha llorado
para ejercitar nuestras lágrimas.
Un señor que pueda renovarla
para que ella al fin descanse
con ella lo hacemos también nosotras
porque ella lo merece, ella bien lo vale.

15 mayo 2009

Inti Huasi

Vamos a probar suerte, dicen que la luna los atrae para esta zona, la cuestión es sacarlos, dijo el mayor con voz un poco gangosa, tal vez por el viento frío o por las nubes bajas.
El otro no contestó de inmediato.
Sólo se limitó a mirar a su alrededor, para verificar si aún estaba en su lugar el castaño.
Pensativo, recordó cuántas veces se pinchó los dedos tratando de sacar la fruta de su nido de espinas, y cuántas más se quemó al sacarlas de las brasas.
Tal vez podamos pescar alguno, dependerá de nosotros, dijo más tarde, mientras espantaba las mariposas molestas que volaban a ratos, para después posarse sobre su sombrero roto.
En el medio del silencio, unos patos empezaron a pelear. Se oían desde lejos sus gritos y desde cerca se podía ver cómo volaban las pequeñas plumas que se arrancaban a picotazos.
El mayor rezongó, molesto porque el bullicio alejaría a los bagres y dientudos de la costa, dejando sólo alguna vieja del agua. No las quería, porque en su piel arrugada le parecía reconocer rasgos que a veces encontraba en el espejo, las mañanas de los lunes o las tardes de los viernes de julio.
El otro seguía mirando el castaño, que estaba ya con pocas hojas. Las semillas se habían esparcido alrededor del tronco. Los caballos las rompían con sus cascos brillantes y fuertes para comerles el corazón; a ellos les gustan las cosas dulces, por eso miran de ese modo calmo cuando uno se les acerca y les habla.
El mayor fue rezongando, abriéndose paso entre las cortaderas, hasta el sitio donde alborotaban los patos.Tiró unas cuantas piedras al agua.Asustados, los patos volaron, y siguieron la discusión en el aire, hasta perderse de vista, dejando un tenue sendero de plumitas blancas que se llevaba el viento.
El otro, olvidado de todo, caminó hasta la pirca, se sentó, encendió un cigarrillo y fumó lento, mientras la luna subía, enorme y amarilla sobre los cerros.

06 mayo 2009

Palabras enchufadas con la corriente eléctrica del vacío,
con el cable de alta tensión del delirio.
Delirio que se hace noche entre las olas blancas
que lamen codiciosas la base del restaurant barco
donde tratan de huir de sus celdas de vidrio las langostas gigantes y rojas.
Noche tormentosa, lúgubre y violenta,
y mis pasos sin sentido por la costa,
espiando pescadores locos que escriben en la espuma con sus redes negras.
Hoteles de tantas estrellas como espanto
repletos de pasajeros huyendo de lo que no podrán dejar atrás,
en la tormenta que traza con sus luces los caminos que aún no encontré.
Pasos perdidos por la arena, entre rocas cubiertas de algas,
roñosas de costras, pintadas por aves.
Pasos sin fin en la noche, como pensamientos que tratan de hallarse,
buscando palabras que puedan,
como un volcán que expulsa su fuego con rabia,
ordenarse
una a una, una tras otra, perfectas hileras, frases correctas,
explicando
cómo, por qué, hasta cuándo, para qué,
en esta noche el delirio se marcha.

(A partir de Batman, de Juan Carlos Becerra)

Un recuerdo tímido, sigiloso, se aproxima de pronto al mirar hacia el cielo.
Camino lentamente, el regreso después de un día de rutina. Aún queda algo de luz solar, pero se ve la luna muy pequeña, débil sobre el paisaje de casas, lámparas, postes, cables y árboles de la calle habitual.
Es esa luna la que provoca un extraño viaje en el tiempo y en el espacio: ya no hay ciudad, ni cables, ni calles. No hay ruidos, ni gente ni cansancio.
Es de noche, es invierno. Son menos años y más sueños. Hay tantas estrellas, el cielo muy negro, el aire limpio y la luna clara.
Recostarse en el suelo a pesar del frío, perderse bajo esa luz, perseguir constelaciones o adivinar galaxias, olvidar la noción del tiempo, ser invulnerable, ser invencible, heroico como los que dieron su nombre a las estrellas.
Es sólo un fulgor, una mirada a esta luna, volver a estas manos vacías.

Yo no sé escribir y soy un inocente
Nunca he sabido para qué sirve la escritura
y soy un inocente.
Llevo en mi alma cadenas y en mi cuerpo miseria
camino de noche solitario
me escondo de día entre sombras
Esquivan mi figura los hombres
tratando de no verse
me siguen a veces los niños,
soy yo quien escapa de ellos:
no vayan a creer, ingenuos,
que puedo ser como ellos.
A veces sueño canciones
que acarician lentas mi piel,
me abrazan, me acunan,
se deslizan suaves de mí
me llevan tan lejos,
hasta que vuelvo a nacer.
Yo soy el más feliz de los infelices
el que lleva puesto sombrero y nadie ve
sólo me presienten, olvidan, acusan,
sin saber, que un día cualquiera,
un instante exacto será suficiente,
para encontrarme en su espejo.

(a partir de Palabras escritas en la arena por un inocente, de Gastón Baquero)