Un recuerdo tímido, sigiloso, se aproxima de pronto al mirar hacia el cielo.
Camino lentamente, el regreso después de un día de rutina. Aún queda algo de luz solar, pero se ve la luna muy pequeña, débil sobre el paisaje de casas, lámparas, postes, cables y árboles de la calle habitual.
Es esa luna la que provoca un extraño viaje en el tiempo y en el espacio: ya no hay ciudad, ni cables, ni calles. No hay ruidos, ni gente ni cansancio.
Es de noche, es invierno. Son menos años y más sueños. Hay tantas estrellas, el cielo muy negro, el aire limpio y la luna clara.
Recostarse en el suelo a pesar del frío, perderse bajo esa luz, perseguir constelaciones o adivinar galaxias, olvidar la noción del tiempo, ser invulnerable, ser invencible, heroico como los que dieron su nombre a las estrellas.
Es sólo un fulgor, una mirada a esta luna, volver a estas manos vacías.
Camino lentamente, el regreso después de un día de rutina. Aún queda algo de luz solar, pero se ve la luna muy pequeña, débil sobre el paisaje de casas, lámparas, postes, cables y árboles de la calle habitual.
Es esa luna la que provoca un extraño viaje en el tiempo y en el espacio: ya no hay ciudad, ni cables, ni calles. No hay ruidos, ni gente ni cansancio.
Es de noche, es invierno. Son menos años y más sueños. Hay tantas estrellas, el cielo muy negro, el aire limpio y la luna clara.
Recostarse en el suelo a pesar del frío, perderse bajo esa luz, perseguir constelaciones o adivinar galaxias, olvidar la noción del tiempo, ser invulnerable, ser invencible, heroico como los que dieron su nombre a las estrellas.
Es sólo un fulgor, una mirada a esta luna, volver a estas manos vacías.
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