Yo no sé escribir y soy un inocente
Nunca he sabido para qué sirve la escritura
y soy un inocente.
Llevo en mi alma cadenas y en mi cuerpo miseria
camino de noche solitario
me escondo de día entre sombras
Esquivan mi figura los hombres
tratando de no verse
me siguen a veces los niños,
soy yo quien escapa de ellos:
no vayan a creer, ingenuos,
que puedo ser como ellos.
A veces sueño canciones
que acarician lentas mi piel,
me abrazan, me acunan,
se deslizan suaves de mí
me llevan tan lejos,
hasta que vuelvo a nacer.
Yo soy el más feliz de los infelices
el que lleva puesto sombrero y nadie ve
sólo me presienten, olvidan, acusan,
sin saber, que un día cualquiera,
un instante exacto será suficiente,
para encontrarme en su espejo.
Nunca he sabido para qué sirve la escritura
y soy un inocente.
Llevo en mi alma cadenas y en mi cuerpo miseria
camino de noche solitario
me escondo de día entre sombras
Esquivan mi figura los hombres
tratando de no verse
me siguen a veces los niños,
soy yo quien escapa de ellos:
no vayan a creer, ingenuos,
que puedo ser como ellos.
A veces sueño canciones
que acarician lentas mi piel,
me abrazan, me acunan,
se deslizan suaves de mí
me llevan tan lejos,
hasta que vuelvo a nacer.
Yo soy el más feliz de los infelices
el que lleva puesto sombrero y nadie ve
sólo me presienten, olvidan, acusan,
sin saber, que un día cualquiera,
un instante exacto será suficiente,
para encontrarme en su espejo.
(a partir de Palabras escritas en la arena por un inocente, de Gastón Baquero)
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