La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

29 noviembre 2008

Cuervo

Hasta acá llegué. Ya no soporto más los malos tratos y los golpes bajos que deben sufrir estos servidores de la Patria.
Pensé que en esta provincia las cosas serían distintas, pero claro, la peste federal los iguala a todos. Y esos que están en la primera fila, cómo me gustaría saber de qué viven, quién les paga por estar acá, mirando con esos aires de triunfo, los quiero ver dentro de un rato, cuando presente mi escrito.
Me equivoqué al juzgar a estos viejos, no puedo creer que a esta altura de sus carreras no se hayan dado cuenta de qué lado ponerse para que las cosas sean como deben ser.
Tengo suerte de ser el defensor del Capitán, él sí es un señor. Y la mujer, casi lo envidio cada mañana cuando la veo ahí, linda, fuerte. Una verdadera señora, una patriota al lado de su hombre.
¿Me habrán depositado lo que acordamos para hacer este trámite?. Porque si no es así, ni loco alargo los plazos. No veo la hora de que esto termine, me merezco vacaciones lejos de acá, me harta este calor, no quiero ver más a esta gente, no soporto su tonada, tengo ganas de caminar entre personas civilizadas, hablar inglés. Creo que elegí bien el lugar para las vacaciones, la playa, la distancia, la discreción. Y está tan linda Jessi, me imagino cómo la van a mirar todos. Y cómo la miraría mi ex, la odiaría. Con la que tal vez se llevaría bien es con Luciana, tienen casi la misma edad.
Mierda, tengo que ocuparme más de Luciana, no me ha pedido plata ni me comentó nada sobre sus planes para el verano. Soy comprensivo pero no me gustaría que lo pase con alguien de mi profesión y menos de mi edad, ella es tan joven.
¿Qué le pasa ahora al Presidente? Me parece que me mira, mierda, me perdí algo, no debería dispersarme mientras declaran testigos de la querella.
¿Y qué gritan esos tarados? ¿De nuevo le están faltando el respeto a un héroe? ¿Lo insultan a Carlos?. No, ya superaron todos mis límites, mi paciencia se agotó.
Mis colegas no se animan a plantear nada, los entiendo, ellos no tienen tanta experiencia como yo, pero es momento de frenar este atropello a la causa de la libertad. O de hacer dudar a la querella, al menos confundirlos acerca de lo que pueden hacer o no. Y, sobre todo, marcarle el terreno a este Tribunal, creen que pueden actuar como si tuviesen pruebas o razones.
Y sí, al menos debo intentarlo, si consigo una pausa tal vez consiga anular todo lo anterior, Carlos merece esto y más.
Señor Presidente, necesito hacerle llegar este escrito, en este Tribunal hay alguien que se comporta de forma arbitraria y parcial. Hago entrega de los fundamentos de mi recusación al Dr. Burad.