La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

22 octubre 2008

La vida, lenta, escapó por el perfecto círculo que construyó la bala.
Como un efecto no deseado por quien la disparó, también escaparon la alegría y la fuerza, y fueron diseminándose por el aire, al compás de la luz fría de la noche.
Por muchísimos años, se escucharon risas ondulantes, llevadas lejos por el viento.
Pequeñas vidas fueron creciendo, haciéndose fuertes, iluminando territorios poco conocidos, parajes lejanos, ciudades extrañas.
Aparecían y se quedaban, no era posible alejarlas, porque habían encontrado el modo de ser bienvenidas, irresistibles.
No faltaban los que querían apagarlas o comprarlas. Les ofrecían lujos, placeres, poder. Pretendían disfrazarlas, ponerles límites, transformarlas en domesticados elementos de iluminación.
A veces, algunas tratabillaban o se confundían un poco, pero eran rescatadas por la solidaridad, volvían a ser seducidas por la alegría.
Transcurrió mucho tiempo desde aquella noche. Una tormenta oscureció el cielo y arrasó los árboles que rodeaban el monumento erigido en honor del dios de la guerra, que cayó hecho pedazos.
Nadie quiso reconstruirlo, ya no era necesario.

(mi pequeño homenaje a las madres que salieron a buscar a sus hijos asesinados)