El agua se aquieta, cálida y transparente entre los cerros.
Desaparece el silencio, mientras el calor se vuelve asfixiante.
El sol, implacable, indiferente a las cosas pequeñas. Salta la espuma al curvarse las corrientes, sorteando rocas y troncos.
Es mi infancia que vuelve, mis ojos de hoy encuentran rastros de aquellas miradas. Veo que las piedras no son tan grandes ni las hoyas tan profundas.
Tampoco espero tanto del futuro, y faltan algunos de los que fueron importantes.
El agua, persistente, ha pulido los bordes ríspidos, llevando suavidad a las asperezas, del mismo modo que el tiempo fue suavizando mi dolor.
La tarde llega a su fin, aparece la luna, se callan las voces, el rumor del agua domina el silencio.
Desaparece el silencio, mientras el calor se vuelve asfixiante.
El sol, implacable, indiferente a las cosas pequeñas. Salta la espuma al curvarse las corrientes, sorteando rocas y troncos.
Es mi infancia que vuelve, mis ojos de hoy encuentran rastros de aquellas miradas. Veo que las piedras no son tan grandes ni las hoyas tan profundas.
Tampoco espero tanto del futuro, y faltan algunos de los que fueron importantes.
El agua, persistente, ha pulido los bordes ríspidos, llevando suavidad a las asperezas, del mismo modo que el tiempo fue suavizando mi dolor.
La tarde llega a su fin, aparece la luna, se callan las voces, el rumor del agua domina el silencio.
1 Comments:
Qué bonito.
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