No lo vas a creer, me conocés, y sabés que no es común que yo vaya a un cementerio. Me parece que eso es casi como ir a misa, como asistir a una ceremonia en algún idioma desconocido.
Mis muertos queridos están dentro mío, si los extraño demasiado me ilusiono pensando que están de viaje y que los veré en cualquier momento. También me sucede soñarlos. Allí, siempre estamos felices, en lugares hermosos, en el río o el mar, y es verano.
Sin embargo, no pude negarme, y entré. No recordaba que fuese tan grande, ni tan desolado.
Se siente raro caminar por ahí, ver nichos y más nichos desde los que las personas sonríen en fotos recién sacadas.
Leí nombres y fechas, empecé a inventar lazos o parentescos entre los que estaban más cercanos, pero se me venía abajo lo imaginado al ver las fechas entre las que habían vivido, no hay orden cronológico ni alfabético entre los vecinos.
Filas, hileras, pisos y más pisos, como un panal de celdas cuadradas, clausuradas. Mármol y bronce para algunos, papel y concreto para otros. Mensajes y flores o telarañas y polvo. Ángeles lacrimosos o trompetas de gloria, herramientas válidas para neutralizar el dolor, que quizá cubre al miedo, el miedo propio a enfrentar el momento de cubrir el protagónico en la escena final.
Y los cambios culturales, el marketing de los cementerios parque, variación ecológica del almacén de cuerpos. Ya no apilados, no encerrados, no fotografiados sonrientes para la posteridad.
Aunque, a pesar de todo, cualquiera sea el lugar elegido, ese será el sitio en el que más tiempo ¿reposaremos?
Mis muertos queridos están dentro mío, si los extraño demasiado me ilusiono pensando que están de viaje y que los veré en cualquier momento. También me sucede soñarlos. Allí, siempre estamos felices, en lugares hermosos, en el río o el mar, y es verano.
Sin embargo, no pude negarme, y entré. No recordaba que fuese tan grande, ni tan desolado.
Se siente raro caminar por ahí, ver nichos y más nichos desde los que las personas sonríen en fotos recién sacadas.
Leí nombres y fechas, empecé a inventar lazos o parentescos entre los que estaban más cercanos, pero se me venía abajo lo imaginado al ver las fechas entre las que habían vivido, no hay orden cronológico ni alfabético entre los vecinos.
Filas, hileras, pisos y más pisos, como un panal de celdas cuadradas, clausuradas. Mármol y bronce para algunos, papel y concreto para otros. Mensajes y flores o telarañas y polvo. Ángeles lacrimosos o trompetas de gloria, herramientas válidas para neutralizar el dolor, que quizá cubre al miedo, el miedo propio a enfrentar el momento de cubrir el protagónico en la escena final.
Y los cambios culturales, el marketing de los cementerios parque, variación ecológica del almacén de cuerpos. Ya no apilados, no encerrados, no fotografiados sonrientes para la posteridad.
Aunque, a pesar de todo, cualquiera sea el lugar elegido, ese será el sitio en el que más tiempo ¿reposaremos?
1 Comments:
"Y los cambios culturales, el marketing de los cementerios parque, variación ecológica del almacén de cuerpos."
Qué bueno.
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