Anoche, volví a soñar que nadaba.
Con fuerza, con rabia, entre la niebla y el sol, respirando apenas.
Son las corrientes de mi río antiguo, que quisieran confundirse en el vacío.
Anhelo el agua y no esta luz, la quietud y no el agobio.
Hoy las cerezas no son tan rojas ni las perlas me parecen bellas, el sol me hiere mientras trato de caminar.
Quienes no me conocen, quienes intentan servirme, los que sólo ven lo obvio, recibirán lo que esperan: mis obras nuevas, mi apariencia perfecta, mi silencio educado.
Y, por dentro, nadando furiosas, mi angustia y mi soledad.
Con fuerza, con rabia, entre la niebla y el sol, respirando apenas.
Son las corrientes de mi río antiguo, que quisieran confundirse en el vacío.
Anhelo el agua y no esta luz, la quietud y no el agobio.
Hoy las cerezas no son tan rojas ni las perlas me parecen bellas, el sol me hiere mientras trato de caminar.
Quienes no me conocen, quienes intentan servirme, los que sólo ven lo obvio, recibirán lo que esperan: mis obras nuevas, mi apariencia perfecta, mi silencio educado.
Y, por dentro, nadando furiosas, mi angustia y mi soledad.
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