¿Cómo se llama el canto de las palomas?.
Para cada cosa hay una palabra, y esta se me ha ido.
Camino rápido, el viento molesta y también el frío.Las hojas de los plátanos describen trayectorias extrañas antes de caer; cambian el vuelo por planeo a ras del piso y siguen sus carreras locas, contándose quién sabe qué cosas con sus ocasionales acompañantes.
Las nubes van tornándose rosadas, mientras los últimos resplandores del sol dan lugar a tenues sombras azules.
La ciudad cambia de a poco su ritmo, los sonidos van cambiando. Decrecen las voces y empiezan a sonar más los motores.
Al pasar por un galpón semidestruido, cuyo techo hace años se transformó en cenizas, vuelvo a sentir las palomas, y aún no encontré la palabra.
Divago por un laberinto de nombres, asocio sonidos a animales, se me aparecen ladridos, maullidos, mugidos, cacareos, trinos, graznidos, rugidos, hasta el barrito de los elefantes, que alguna vez me sirvió para completar un crucigrama.
Los cuervos graznan en mi memoria, y nunca he visto un cuervo.
Mi infancia, mi vida toda ha sido plena de palomas y no logro darle el nombre a su canto.
Quizá deba transformarlas en verbo, y decir que paloman (¿o palomean?) en el atardecer frío.
Me siguen por varias cuadras, tortolitas, caseras, doradas, mensajeras, del monte, torcazas, urpilitas; plaga o especie protegida, columba querida de los tanos.
Aún no recordé qué nombre designa su canto...
Para cada cosa hay una palabra, y esta se me ha ido.
Camino rápido, el viento molesta y también el frío.Las hojas de los plátanos describen trayectorias extrañas antes de caer; cambian el vuelo por planeo a ras del piso y siguen sus carreras locas, contándose quién sabe qué cosas con sus ocasionales acompañantes.
Las nubes van tornándose rosadas, mientras los últimos resplandores del sol dan lugar a tenues sombras azules.
La ciudad cambia de a poco su ritmo, los sonidos van cambiando. Decrecen las voces y empiezan a sonar más los motores.
Al pasar por un galpón semidestruido, cuyo techo hace años se transformó en cenizas, vuelvo a sentir las palomas, y aún no encontré la palabra.
Divago por un laberinto de nombres, asocio sonidos a animales, se me aparecen ladridos, maullidos, mugidos, cacareos, trinos, graznidos, rugidos, hasta el barrito de los elefantes, que alguna vez me sirvió para completar un crucigrama.
Los cuervos graznan en mi memoria, y nunca he visto un cuervo.
Mi infancia, mi vida toda ha sido plena de palomas y no logro darle el nombre a su canto.
Quizá deba transformarlas en verbo, y decir que paloman (¿o palomean?) en el atardecer frío.
Me siguen por varias cuadras, tortolitas, caseras, doradas, mensajeras, del monte, torcazas, urpilitas; plaga o especie protegida, columba querida de los tanos.
Aún no recordé qué nombre designa su canto...
1 Comments:
¿Y hay palabra? Si la hay también se me fue volando. Y si no, Gelman decía algo sobre inventar un idioma con el fulgor que falta, te acordás?
Y si verbalizar alcanza, agradecé que no te olvidaste el nombre del canto del avel del paraíso.
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