La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

30 octubre 2008

Uriel
Arquitecto certero de mundos azules, Uriel traza su universo de planetas rojos y cielos cerrados, donde despiertan mañanas luminosas, extendidas entre horizontes perfectos.
Quienes los habitan, podrían creer que son felices. Los sueños se ven por todas partes, ofreciéndose como golosinas al alcance de la mano, del ojo o del corazón.
A veces, bandadas de gorriones dorados oscurecen el aire con sus gritos, provocando sonrisas de piedad en los dueños de los innumerables gatos que maúllan hambrientos.
Al atardecer, Uriel hace el inventario: analiza cada porción de su cielo, para descubrir si se ha agregado o falta una luna o estrella; si los cometas permanecen portando sus colas estandarte. Uno a uno renombra cada planeta, cada árbol, cada persona o bestia por él creada. Llora las pérdidas con gruesas lágrimas pálidas, enormes como peras, que caen lentas de sus ojos violeta.
Sin embargo, cuando el día se alarga, casi interminable, con soles que se van relevando en la tarea de alumbrar los mundos nuevos, colorados, amarillos, esmeralda brillante o negros, él sonríe.
Sonríe con suavidad, lentamente, hasta despertar, como siempre, en su mínima celda.