Flor de lino qué amargo el destino...
Ojos jóvenes que estiran la mirada tras de los álamos.
¿Aún se siembra lino en Santa Fe?
O sólo soja, monótona y omnipresente, hasta en las banquinas, que antes tenían personalidad, y ahora plantas disciplinadas.
Mañanas de lino en el viento. Los álamos lejos, la vida que te atropella, te quiebra , te aniquila.
¿Te fortalecen los golpes?
No, los golpes te hacen mierda, las cicatrices duelen. Cuando cambia el clima y cuando cambia el rumbo.
Aquellos álamos, el río, el lino, el granizo, todo blanco como nieve, pero era enero.
Mortaja de lino cubriendo el campo un tiempo tan lejos otro cielo otro sol otra alma o no alma.
Sudario blanco cubriendo los sueños.
Y el enigma del Santo Sudario, cuánta gente ocupa, discute y mata.
Y siguen matando con los mismos pretextos. Quizá tenerlo o creerlo haga que alguien sea más fuerte.
Pero siempre sucede, el pretexto se transforma en razón, la razón en dogma, el dogma en guerra.
Y la guerra siempre requiere sudarios, que ya no son de lino, son sintéticos.
Tal vez las guerras por el petróleo en realidad encubren la necesidad de materia prima para la elaboración, entre otros productos, de sudarios.
Plásticos, como algunas ideologías.
Y el lino, floreciendo a lo lejos.
Como un mar sólido, pero sin arrecifes, sin corales ni tiburones.
Ahora ya no se le dice tiburón a alguien peligroso. Se enfrentan bandos de palomas y halcones. Extraño, ahora son pájaros los que deciden. Quizá la analogía haga justicia al intelecto de los líderes.
¿Estarán en pie aún los álamos?
Nunca volví a ver un campo de lino en flor.
Y las palabras que salen, se escriben para que la tinta escape del depósito de la lapicera, para alinearse en frases que tal vez lleguen a ser miradas por una mirada que les transforme el sentido cuando pasan de la hoja al ojo, del papel a alguna parte.
¿Papel de lino?
¿Papel azul?
Nunca volví a sentir ese color...
Ojos jóvenes que estiran la mirada tras de los álamos.
¿Aún se siembra lino en Santa Fe?
O sólo soja, monótona y omnipresente, hasta en las banquinas, que antes tenían personalidad, y ahora plantas disciplinadas.
Mañanas de lino en el viento. Los álamos lejos, la vida que te atropella, te quiebra , te aniquila.
¿Te fortalecen los golpes?
No, los golpes te hacen mierda, las cicatrices duelen. Cuando cambia el clima y cuando cambia el rumbo.
Aquellos álamos, el río, el lino, el granizo, todo blanco como nieve, pero era enero.
Mortaja de lino cubriendo el campo un tiempo tan lejos otro cielo otro sol otra alma o no alma.
Sudario blanco cubriendo los sueños.
Y el enigma del Santo Sudario, cuánta gente ocupa, discute y mata.
Y siguen matando con los mismos pretextos. Quizá tenerlo o creerlo haga que alguien sea más fuerte.
Pero siempre sucede, el pretexto se transforma en razón, la razón en dogma, el dogma en guerra.
Y la guerra siempre requiere sudarios, que ya no son de lino, son sintéticos.
Tal vez las guerras por el petróleo en realidad encubren la necesidad de materia prima para la elaboración, entre otros productos, de sudarios.
Plásticos, como algunas ideologías.
Y el lino, floreciendo a lo lejos.
Como un mar sólido, pero sin arrecifes, sin corales ni tiburones.
Ahora ya no se le dice tiburón a alguien peligroso. Se enfrentan bandos de palomas y halcones. Extraño, ahora son pájaros los que deciden. Quizá la analogía haga justicia al intelecto de los líderes.
¿Estarán en pie aún los álamos?
Nunca volví a ver un campo de lino en flor.
Y las palabras que salen, se escriben para que la tinta escape del depósito de la lapicera, para alinearse en frases que tal vez lleguen a ser miradas por una mirada que les transforme el sentido cuando pasan de la hoja al ojo, del papel a alguna parte.
¿Papel de lino?
¿Papel azul?
Nunca volví a sentir ese color...
1 Comments:
Vieja, creo que esto es lo que más me ha gustado de lo que has publicado acá.
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