La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

17 abril 2008

23/06/97
Salida: 23:30
Asiento: 17
Vagón: 83
Origen: Santa Lucía
Destino: San José
Llegada: 14:30
Parece estar todo dicho, detalle a detalle. Itinerario idéntico para todos los usuarios del servicio.
Pero lo lineal, lo perfectamente definido, no existe. Cada mirada va componiendo un paisaje, cada paisaje es una huella digital a partir de distintas historias.
Al encontrar ese boleto amarillento, de un viaje que fue fatalmente rutinario y repetido año tras año, emprendió otro recorrido, hacia quién fue cuando lo usó.
Si veinte años no es nada, la mitad de nada no parece ser demasiado.
Pero esa nada estaba llena de días, algunos vividos, muchos sufridos, otros que se gozaron.
Los afectos marcaron estaciones, hubo acontecimientos que pasaron velozmente, como pequeños pueblos.
Sitios cómodos, aquel empleo nocturno poniendo música en un bar; estrechos, con jefe tonto, oficina pequeña y poca luz.
Sobrevoló el viaje con nostalgia, se detuvo unos momentos en visiones reiteradas, conocidas, previsibles.
Pasó rápido por intrascendencias varias, demorando su mirada, casi sin respirar. Sabía que iba a llegar a ese sitio que lo marcó para siempre.
Esa curva imprevista que lo arrojó lejos, solo. Al exacto lugar en que se encontraba hoy.