La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

31 mayo 2012


A oscuras, paredes ciegas
salientes como garfios
desgarrando el cuerpo.
Oscuridad y niebla,
a veces grito,
otras desconcierto.
Brújula inexistente
o ya destruida.
Marchar
hacia lo que no existe
o ser sólo una sombra
atrapada entre las sombras.


Desde el valle sube la niebla,
lenta y silenciosa,
escondiendo secretos
desde ayer olvidados.

Todo se vuelve sombra,
callan los colores,
se detiene el aire.

Como en esos instantes,
imprevistos, que no faltan, 
cuando la tristeza nos cubre
de silencio la voz
y de noche la mirada.


Cambios extraños del tiempo
como en un juego de cajas chinas
cada vez más pequeña la caja.

Ya no parece ser el mismo
eternizándose en las siestas
cuando los ruidos estaban prohibidos
y el sol reía en los remansos.

O se desangraba en los atardeceres
apenas un rumor en el aire
buscando el brillo único
de la primera estrella o del último relámpago.

Es necesario, ahora mismo,
llamar al orden al tiempo,
que deje de pasar tan rápido.

22 mayo 2012

Mosca pequeña
zumbido terco, ojos
como azulejos.

Aunque la noche
arrasare mi tumba,
viviré el sol.

Como la tarde,
escondiéndose feliz,
tu voz y la mía.

Silba el viento
desolación inútil.
El arroyo, fluye.

Un aleteo
frágil y azulado.
Llega la noche.

Sol andrajoso
frío que no termina:
¡pobre Invierno!

Lento corazón
palpita destrozando
su telaraña.


Desafío impropio
exigirle alas a lo rastrero
o cordura al desaforado
que lucha sin vencer
ante la pasión o el dolor
el hastío y la tristeza
o quizá por
el simple espacio necesario
para respirar tranquilo
sin agobio ni exceso.
Desafío perdido de antemano,
no vuela lo que no tiene alas.

Algunos días el cielo es tan gris
a pesar del sol
o de la tarde que recién comienza.
Algunas tardes  asfixia la vida
se vuelve inhóspita
ante la amenaza cierta
que trae la noche.


Algunas noches se vuelven trágicas
dentelladas feroces
desangrando sueños.


Algunos sueños
prometen cura
reparan llantos.


Hoy teletransportaron fotones.



Noventa y siete kilómetros de distancia
y allí están,
cualidades inalteradas
ellos mismos, cada fotón
y nada entre partida y final,
como sucede a veces
con algunos seres,
nada absoluta entre nacer y morir.



En la China, el doctor Yin
teletransportó fotones.


A veces el tiempo parece haber perdido
el riguroso atributo de la homogeneidad.
En su transcurso se suceden pausas y aceleraciones
que descontrolan todos los intentos
por reglar lo improbable.
Instantes que duran siglos son seguidos
por días como suspiros,
donde la distancia entre amanecer y ocaso
desaparece totalmente.
Resulta difícil soportar tales cambios,
atravesarlos sin perder el paso,
rápidos oleajes
e inesperadas pausas.
O tal vez de eso se trate,
de acomodar la respiración, los latidos,
el equilibrio, la canción o la mirada
para no ser esclavos de vaivenes originados
en quién sabe qué antro o extremo
de un universo indócil,
acto fallido para domesticar lo eterno.

01 mayo 2012


Para que exista el poema

Palabras que son relámpago
historias cargadas de tiempo, de siglos,
dorados o azules, perros o niños,
cortinados cubriendo lo que los cristales exponen
suntuosos ritos, iglesias oscuras.
Palabras barrocas, tan excesivas que abruman.

O se ciñen con rigor a los hechos:
Perfiles agudos, historias paralelas
líneas formadas por infinitos puntos
círculos perfectos conteniendo exactos trescientos sesenta grados
triángulos equiláteros para explicar el Dogma.
Palabras exactas, tan precisas que hieren.

O acariciando gestos, envolviendo el llanto
dan nombre apropiado a cada recuerdo
lo acicalan, toman el mejor perfil y disparan
para traer desde un lugar tal vez perdido,
sorprendente o casual,
en andas la más bella historia jamás contada o escrita.
Palabras vivientes, palabras de la Memoria.