La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

04 diciembre 2014


Influida por lecturas recientes
y cansada de Derecho,
enfiló hacia otros mundos.
Se calzó Saturno de sombrero,
capelina cósmica
que orientó sus sueños.
Aldebarán será un buen destino:
nunca se sabe qué puede pasar
cuando la galaxia enloquece.

El olor de la madera
se acomoda entre los huecos de sol
que se dibujan en el piso,
mientras el viento 
crea un rumor de agua 
entre las hojas de los álamos.
De a poco,
venciendo la resistencia de los nudos
y siguiendo las vetas,
el hombre hace aparecer
los bordes redondeados,
los barrotes 
y las patas de la cuna
que recibirá a su primer hijo.

La historia se repite
la lucha es perpetua:
siempre habrá
quijadas de burro
amenazando a quien nace
bajo el signo de Abel.
Sufriente, se esconde
para salvar del castigo
al que jamás 
quiso ofender.

Mil pedazos de mí 
flotando alrededor
la loca la beata la lúgubre
la que corta jazmines
anhela puentes o adiestra cangrejos.

Atravieso el cosmos
estrujo colores
salvo el azul
que pertenece a los dioses
que ordenaron el caos.

Me abandono en ese caos
la integridad oculta el placer de lo múltiple

Viento y noche
arrastran una luz
que brilla por última vez
en el cielo como fuego
sobre un mar como cielo
Estremece el relincho
perfecto 
en el día que se va



He soñado

el mar y mi padre


lo inabarcable


los abrazaba