Campo de jacintos
no es suficiente el azul
para todos.
El cielo ayuda
se despoja de su brillo
se pinta de noche
se cubre de estrellas
lanza una sombra luminosa
y luego calla.
En un biombo garzas azules
cruzan un cielo de bambú.
Promesa cumplida,
volvió el guerrero
su honor invicto
su cuerpo exhausto.
Ella, casi una niña
labios muy rojos
rostro muy blanco.
Él regresó
esperó ella
murmullo de seda
pasos entre las sombras
faroles parpadeantes
entremezclados de sándalo
Las puntillas cubren
lo que deshizo el acero
las cintas bordean
los trazos del sable.
Qué sería la paz
si pudiera armarse
sobre escritorios verdes
entre vasos rotos y botellas vacías.
Conjuro al escepticismo para crear
la posibilidad de ver
en la contundencia de un cuerpo,
la plenitud de una curva
o el brillo de unos labios húmedos,
descubrirse nítido, perfecto
el perfil de un alma desnuda.
Sin cuerpo que la cubra,
sin sombra que la ate.