El cambio y sus modos
“Decidíos a dejar de estar sometidos. No pretendo que lo empujéis o lo sacudáis, sino tan sólo que dejéis de sostenerlo. Y veréis que, cual un gran coloso a quien se sustrajo su base, por su propio peso, se derrumbará y se romperá…”
El texto anterior, que se exhibe en una muestra en el Centro Cultural Recoleta, desde el cual se lanza un desafío a la servidumbre bajo todas sus formas y se exalta la libertad del hombre, resume en pocas palabras lo que muchos tratamos de decir en este tiempo y lugar.
La contradictoria especie humana permite la convivencia de seres para los cuales la libertad y el pensamiento son la razón para vivir, al lado de los creyentes del dios Dinero, de los tímidos, de los opresores, y de una variedad casi interminable de opciones o estilos.
Siendo tan difícil aunar voluntades en la construcción, tal vez debamos contentarnos con alentar el surgimiento de cambios por vía de esta especie de acción pasiva: no se trata ya de luchar por el cambio, por la revolución, sino simplemente dejar de sostener el sistema.
¿Es tan cómoda la sumisión, es tan bueno vivir sometido? ¿Se simplifica la existencia del que sólo obedece, de quien no tiene la responsabilidad de la decisión? ¿Es posible la felicidad de la realización personal si ésta no surge del libre albedrío? ¿Podemos darnos el lujo de renunciar a ser, o esto nos llevará a los distintos modos de la frustración?
Muchas preguntas, de cuyas respuestas carezco, pero vuelvo al fondo de esta reflexión: apostar algunas esperanzas al cambio, aunque sea por desgaste y no por lucha, en estos tiempos descafeinados donde hasta las reformas pueden ser revolucionarias.