Siempreángel, me mirás para que no me esconda en lo profundo del armario que encierra la oscuridad y me cierra el pecho hasta que empiezan a aletear mariposas negras queriendo escapar, abriendo mis ojos para que sepa que puedo estar afuera, caminar por una vereda en damero blanco y negro, sin pisar la línea, un paso corto, otro paso corto, un paso largo, no se puede pisar el blanco ni las esquinas porque si esto sucediera quizá la furia de algún fenómeno se desataría y por siempre perderé la facultad de ver con los ojos cerrados cómo se hablan despacito los frutos que crecen, insomnes, en el fondo del huerto.
Caminar a saltitos, evitando líneas en una tarde de invierno.
Y vos allá, Siempreángel, prestándome un sol.
Caminar a saltitos, evitando líneas en una tarde de invierno.
Y vos allá, Siempreángel, prestándome un sol.
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