Bajo una cierta luz, cuando la tarde comienza, salen desde abajo de las hojas de la magnolia unas mariposas pálidas. Tímidas, abren primero los ojos, estiran una por una sus patitas, entrechocan las antenas, flexionan lentas sus alas apenas tornasoladas y luego van volando hacia el agua.
Detrás del vidrio de mi ventana, me oculto y miro sus danzas y juegos, mientras van cubriendo de a poco todo el borde de la fuente.
Tal vez en algún lugar de su mundo necesitan ese enorme trébol de cemento que cada día tratan de hacer volar.
Pero esta tarde algo se ha alterado: vinieron unos pájaros y las han amenazado con sus picos filosos como hachas. No entiendo a esos pájaros tontos, grandes y gordos, con las plumas desordenadas y los ojos miopes, provocando semejante estampida entre las mariposas mansas, invadir su territorio y espantarlas.
Estaban aterradas, podía escuchar sus gritos como un murmullo sibilante, alcancé a ver pánico en los ojitos de una que casi se estrelló en el vidrio.
Yo quería salir, hacer justicia entre esos seres alados, pero no sé cómo hubiese podido hablar con ellos, persuadir a los pájaros o calmar a las mariposas, si justo ayer, en un momento de descuido, alguien ha robado mis alas.
Detrás del vidrio de mi ventana, me oculto y miro sus danzas y juegos, mientras van cubriendo de a poco todo el borde de la fuente.
Tal vez en algún lugar de su mundo necesitan ese enorme trébol de cemento que cada día tratan de hacer volar.
Pero esta tarde algo se ha alterado: vinieron unos pájaros y las han amenazado con sus picos filosos como hachas. No entiendo a esos pájaros tontos, grandes y gordos, con las plumas desordenadas y los ojos miopes, provocando semejante estampida entre las mariposas mansas, invadir su territorio y espantarlas.
Estaban aterradas, podía escuchar sus gritos como un murmullo sibilante, alcancé a ver pánico en los ojitos de una que casi se estrelló en el vidrio.
Yo quería salir, hacer justicia entre esos seres alados, pero no sé cómo hubiese podido hablar con ellos, persuadir a los pájaros o calmar a las mariposas, si justo ayer, en un momento de descuido, alguien ha robado mis alas.
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