Cuando las luces del día se van,
surge una niebla fina,
pálida, olorosa.
Las aguas parecen aquietarse
mientras se apagan, lentas, las últimas llamas.
Una a una, van hundiéndose
las que fueron flores, ahora barro.
Se confunden manadas de fieras
peleando como hombres
disputando restos miserables,
entre gritos, estruendos, sirenas.
Río misterioso, alguna vez cristalino,
cuando nace en las montañas,
atraviesa el país continente,
entre reverencias y luchas
se van oscureciendo las aguas,
lavando los pecados de los hombres.
Y al fin, esta ciudad infranqueable,
entre su curso y el mar.
Plegarias sin fin, día tras día,
hermandad de los huérfanos sin nombre,
confundidos avizorando mejores destinos,
purificados, salvados.
Milagro perpetuo en las aguas,
perpetua miseria en las calles.
surge una niebla fina,
pálida, olorosa.
Las aguas parecen aquietarse
mientras se apagan, lentas, las últimas llamas.
Una a una, van hundiéndose
las que fueron flores, ahora barro.
Se confunden manadas de fieras
peleando como hombres
disputando restos miserables,
entre gritos, estruendos, sirenas.
Río misterioso, alguna vez cristalino,
cuando nace en las montañas,
atraviesa el país continente,
entre reverencias y luchas
se van oscureciendo las aguas,
lavando los pecados de los hombres.
Y al fin, esta ciudad infranqueable,
entre su curso y el mar.
Plegarias sin fin, día tras día,
hermandad de los huérfanos sin nombre,
confundidos avizorando mejores destinos,
purificados, salvados.
Milagro perpetuo en las aguas,
perpetua miseria en las calles.
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