La estoy extrañando a la Marta. No sé qué pudo haber pasado. Yo no me di cuenta que estaba pasando algo, te juro, todavía no lo puedo entender. Vos nos conocés desde siempre, a mí y a la Marta, desde que éramos chicos. Y así, de golpe, se le da por dejarme. Vos sabés cómo soy, laburo todo el día con la cosecha o con los animales. Los bichos dan mucho trabajo, viste, cuando no se enfermó un ternero, es una vaca que no puede parir o un chancho que se escapó del chiquero,¿te acordás la noche que tuviste que venir a ayudarme con esa chancha que se volvió loca y estaba matando todos los lechones? No sé qué pudo haber sido, pero yo no podía atajarla y el Juancito estaba en la casa de la novia, yo estaba solo. Suerte que ahora tenemos teléfonos y nos comunicamos fácil, los vecinos parece que están más cerca. Bueno, alguna ventaja tienen, pero también sirven para que pasen cosas que los viejos ni se imaginaron. Mirá vos, la Marta, se le ocurre dejarme, si yo siempre estuve trabajando para ella y los chicos. Los chicos, todavía digo chicos y ya me han hecho abuelo, siete años tiene el más grande de la Lucy. Qué lindo que es , le gusta el campo, le gustaba quedarse con nosotros, pero ahora quién sabe si la Lucy lo va a dejar, ahora que la Mirta se fue. Que lo parió che, ni nietos me van a quedar. Y el trabajo ahora no es como antes, te acordás cuando sembrábamos maíz, no hace más de diez años: arar, rastrear, sembrar, rastrear, estaba arriba del tractor todo el día y aún así el tiempo no me alcanzaba. Y si sembraba girasol, a sufrir rogando que la isoca no lo arruinara, era caro fumigar. Y la piedra, que se llevaba la cosecha en un rato. Ahora estaba un poco más tranquilo desde que alquilé una parte del campo, los sojeros pagan bien y cumplen. Pero claro, vino gente nueva y me parece que eso la encandiló un poco a la Marta. Esas camionetas nuevas con aire, con los vidrios que se levantan solos, con una suspensión que parece que andás en la ruta aunque vayas por un camino de tierra, eso la debe haber confundido un poco a la Marta. Para colmo, venía a cada rato el chaqueño, parecía solitario, decía que extrañaba la familia, que la comida casera es otra cosa, que los viajes lo asustaban un poco y lo cansaban mucho.
Y yo, todo el día atrás de los chanchos, que la ración, las vacunas, separar una chancha en celo, no me daba cuenta de lo que estaba pasando. Algo sospeché, me parecía raro que la Marta estaba usando ropa nueva, pero pensé que se lo merecía, teníamos un poco más para gastar, está bien que se diera algún gusto, ella sabía usar vestidos lindos cuando éramos novios, me acuerdo en los bailes del club, todos la miraban cuando iba con ese vestido cortito, me envidiaban los vagos, pero ella sólo tenía ojos para mí, se vestía y se pintaba como a mí me gustaba. Era linda la Marta, después no sé si cambió o yo no tuve tiempo para mirarla, pero hace unos meses me pareció verla como antes. Creí que era por mí, pero ahora me doy cuenta que ese día había estado el chaqueño.
Lo que son las cosas, yo le alquilé el campo y él se llevó mi mujer.
Y yo, todo el día atrás de los chanchos, que la ración, las vacunas, separar una chancha en celo, no me daba cuenta de lo que estaba pasando. Algo sospeché, me parecía raro que la Marta estaba usando ropa nueva, pero pensé que se lo merecía, teníamos un poco más para gastar, está bien que se diera algún gusto, ella sabía usar vestidos lindos cuando éramos novios, me acuerdo en los bailes del club, todos la miraban cuando iba con ese vestido cortito, me envidiaban los vagos, pero ella sólo tenía ojos para mí, se vestía y se pintaba como a mí me gustaba. Era linda la Marta, después no sé si cambió o yo no tuve tiempo para mirarla, pero hace unos meses me pareció verla como antes. Creí que era por mí, pero ahora me doy cuenta que ese día había estado el chaqueño.
Lo que son las cosas, yo le alquilé el campo y él se llevó mi mujer.
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