Visita a Isla Negra
El impacto de ver finalmente lo que durante tanto tiempo ha imaginado es breve, amortiguado en parte por la luz de la tarde de invierno. Mira con ojos incrédulos, mientras interroga a su memoria: el ventanal, la cama antigua, la puerta a la izquierda, los caracoles, las botellas, los mascarones...
De pronto, es un dejà vu, cada objeto va ocupando el lugar exacto que él le había asignado.
Hay un cuadro frente al hogar, una pintura de Sorolla en la que los pescadores se ven pequeños, apenas una manchita de color sobre un mar muy azul, enfurecido, bajo una vela blanquísima, hinchada por el mistral. Qué distintos los colores de ese mar, aquí el Pacífico es negro, las rocas le ofrecen batallas eternas, haciendo que las olas se rindan en espuma pálida.
Una risa estridente lo trae de regreso al interior de la casa.Quienes lo acompañan en esta visita no son el tipo de personas que él hubiese elegido.
Las voces fuertes y los comentarios huecos le impiden disfrutar debidamente la concreción de un sueño.
Se aleja, va hacia la playa, camina unos cuantos pasos has ta llegar a una roca; se sienta sobre ella, mirando hacia el mar.
Respira profundo, sólo escucha las olas. Cierra los ojos. Recorre lentamente cada una de las habitaciones vacías, silenciosas.
El impacto de ver finalmente lo que durante tanto tiempo ha imaginado es breve, amortiguado en parte por la luz de la tarde de invierno. Mira con ojos incrédulos, mientras interroga a su memoria: el ventanal, la cama antigua, la puerta a la izquierda, los caracoles, las botellas, los mascarones...
De pronto, es un dejà vu, cada objeto va ocupando el lugar exacto que él le había asignado.
Hay un cuadro frente al hogar, una pintura de Sorolla en la que los pescadores se ven pequeños, apenas una manchita de color sobre un mar muy azul, enfurecido, bajo una vela blanquísima, hinchada por el mistral. Qué distintos los colores de ese mar, aquí el Pacífico es negro, las rocas le ofrecen batallas eternas, haciendo que las olas se rindan en espuma pálida.
Una risa estridente lo trae de regreso al interior de la casa.Quienes lo acompañan en esta visita no son el tipo de personas que él hubiese elegido.
Las voces fuertes y los comentarios huecos le impiden disfrutar debidamente la concreción de un sueño.
Se aleja, va hacia la playa, camina unos cuantos pasos has ta llegar a una roca; se sienta sobre ella, mirando hacia el mar.
Respira profundo, sólo escucha las olas. Cierra los ojos. Recorre lentamente cada una de las habitaciones vacías, silenciosas.
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