Cazador
Antes de continuar, Graham se detuvo a fumar un cigarrillo, ese gesto que tantas veces repetía para obligarse a pensar con serenidad. Un poco , al menos, aunque casi nunca había logrado encontrarla en tantos años y tantos viajes.
Entrecerró los ojos, la ceniza crecía lentamente, persiguiendo la brasa casi apagada y formando una línea de arabescos brillantes sobre el papel blanco.
Sus pensamientos giraban enloquecidos, perdiéndose entre luces, colores y sombras. Sobre ese fondo, alcanzaba a perfilarse un rostro. Un rostro perseguido entre sueños, locura y alucinaciones. Una figura perfecta que anhelaba encontrar para que ocupase el sitio vacío en la piel de su brazo derecho.
Ella dormía profundamente su sueño narcótico mientras él ordenaba su cabello y colocaba un almohadón para que la cabeza descansara en un el ángulo exacto. Después, ubicó armoniosamente brazos y piernas, y disparó.
La luz del flash se multiplicó en los espejos biselados antes de ir a morir entre los cortinados de damasco bordó y dorado.
Cuando ella despertase, encontraría el pago acordado sobre la mesa de noche.
Graham sabía que seis fotos serían suficientes para que Marek hiciese el diseño más bello para perpetuar en su piel.
Él, se encargaría de crear una historia para contar a quien preguntase por ella.
Antes de continuar, Graham se detuvo a fumar un cigarrillo, ese gesto que tantas veces repetía para obligarse a pensar con serenidad. Un poco , al menos, aunque casi nunca había logrado encontrarla en tantos años y tantos viajes.
Entrecerró los ojos, la ceniza crecía lentamente, persiguiendo la brasa casi apagada y formando una línea de arabescos brillantes sobre el papel blanco.
Sus pensamientos giraban enloquecidos, perdiéndose entre luces, colores y sombras. Sobre ese fondo, alcanzaba a perfilarse un rostro. Un rostro perseguido entre sueños, locura y alucinaciones. Una figura perfecta que anhelaba encontrar para que ocupase el sitio vacío en la piel de su brazo derecho.
Ella dormía profundamente su sueño narcótico mientras él ordenaba su cabello y colocaba un almohadón para que la cabeza descansara en un el ángulo exacto. Después, ubicó armoniosamente brazos y piernas, y disparó.
La luz del flash se multiplicó en los espejos biselados antes de ir a morir entre los cortinados de damasco bordó y dorado.
Cuando ella despertase, encontraría el pago acordado sobre la mesa de noche.
Graham sabía que seis fotos serían suficientes para que Marek hiciese el diseño más bello para perpetuar en su piel.
Él, se encargaría de crear una historia para contar a quien preguntase por ella.
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