Me busco en mi mirada de antes con mis ojos casi ciegos.
Es un viaje extraño, inesperado. Esa luz pálida de abril acariciando los bordes de la casa, los árboles despojados de verdes, el viento calmo.
Era domingo, íbamos de paseo con Lucía y Juan, que empezaba a andar solo en ese caballo manso.
El atado de fotos se va deshaciendo entre mis manos, cada imagen traza un puente entre aquel momento y hoy. Una a una van construyendo un camino que atraviesa mi vida, como si quisiera abrazarla.
Todas recuerdan momentos de felicidad: nacimientos, fiestas, cumpleaños, bautismos, como si se quisiera borrar lo triste, difícil o enojoso.
Puedo sentir muchas presencias cristalizadas en estos papeles viejos.
Quedaré entre ellos, persistiré como una sombra, cuando ya no esté.
Es un viaje extraño, inesperado. Esa luz pálida de abril acariciando los bordes de la casa, los árboles despojados de verdes, el viento calmo.
Era domingo, íbamos de paseo con Lucía y Juan, que empezaba a andar solo en ese caballo manso.
El atado de fotos se va deshaciendo entre mis manos, cada imagen traza un puente entre aquel momento y hoy. Una a una van construyendo un camino que atraviesa mi vida, como si quisiera abrazarla.
Todas recuerdan momentos de felicidad: nacimientos, fiestas, cumpleaños, bautismos, como si se quisiera borrar lo triste, difícil o enojoso.
Puedo sentir muchas presencias cristalizadas en estos papeles viejos.
Quedaré entre ellos, persistiré como una sombra, cuando ya no esté.
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