Veo serpientes en las llamas,
estremecidas, desapareciendo,
en una danza hipnótica.
Un sueño se transforma en recuerdo
mientras la mirada se pierde,
lejos,
imaginando formas en las nubes.
Una tras otra pasan las horas
lentas, implacables
hasta acallar la luz.
Tu rostro se ha desdibujado,
fantasmal,
ya no convoca al dolor.
Hoy no veo serpientes en las llamas,
sólo adivino que han florecido jazmines
mientras espero el amanecer.
A veces,
me siento como los peces rojos
que giran en interminables círculos
en su pecera de cristal,
necesaria jaula que contiene
su única posibilidad de sobrevivir...
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