La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

20 noviembre 2006

¿Qué espacio media entre justicia y venganza?
¿Qué tiempo transcurre entre cordura y demencia?

A veces creo que la humanidad no ha evolucionado interiormente, ni ha modificado las costumbres que guiaron su existencia desde el origen.
La tecnología sólo presta un barniz que trasluce lo primitivo, una pequeña pausa antes del desborde.
Las emociones, el miedo ante el acorralamiento se mantienen intactos.
La sordidez del individualismo prevalece ampliamente sobre la solidaridad.
Anoche sucedieron cosas extrañas en esta ciudad. En dos sitios separados por no más de cien metros, en el mismo momento se desarrollaban dos historias: en los tribunales, se tomaba indagatoria a un sospechoso de abuso sexual cometido en perjuicio de una niña; en la Casa de la Cultura se inauguraba una muestra de grabados de Goya denominada La Condición Humana.
Hubo una autoconvocatoria de gente ante Tribunales, que terminó con roturas y desmanes varios, granadas de gases, balas antidisturbio, algún auto incendiado, negocios rotos, corridas, desmayos, heridas. La intención de la gente era linchar al detenido. La de la policía, medir fuerzas con el poder ejecutivo provincial, en una pulseada de la cual somos rehenes.
El otro acto, contó con la presencia de algunos funcionarios, poco público, y pasó casi desapercibido.
Por la mañana, pasé a ver los grabados. En varios de ellos se mostraban imágenes que parecían fotos de la noche anterior: la barbarie, el dolor, la ambigüedad, la inutilidad de la violencia, los funcionario inútiles, los gobernantes monstruosos y su séquito animal.
En los tribunales, algunos empleados quitaban los vidrios rotos para reemplazarlos mientras la policía custodiaba; curiosamente, se veían muchos más efectivos para custodiar el edificio solitario que los que cumplían esa tarea cuando lo rodeaban unas mil personas.
Vuelvo a preguntarme: ¿Qué separa a la justicia de la venganza? ¿Hay un límite entre locura y razón?¿Son fiables esos límites? ¿O son sólo un desesperado intento por lograr la supervivencia?

1 Comments:

Blogger Matías said...

muy buenas preguntas...

4:15 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home