Un fulgor pálido delata la medusa que flota en un mar oscuro, denso como de tinta o como de sangre; pero es la noche que llegó demasiado pronto, la noche que viene a apagar todas las luces que brillaban entre las olas y ahora huyen hacia lo más profundo, ocultas entre los brazos interminables de las algas.
Luces pálidas, robadas por pequeños seres multiformes para iluminar sus abismos, donde la noche no llega.
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