Palabras, palabras, zumbando dentro de una red que no permite salidas, laberinto sin fin que sólo devora palabras.
Algunas pequeñas, pálidas, tímidas, llenas de temores.
Aplastadas por las grandilocuentes, las que se autodefinen y avanzan atropellando todo.
Palabras absurdas, no dichas, no sentidas, no encontradas.
Avanzan, se atropellan, se enredan, cobran nuevos significados.
Por apresuradas, por frías, por perdidas.
Palabras reelaboradas, cambiado su orden, su significado, su valor.
Palabras perdidas por ser gritadas en soledad, por ser dichas a sordos, por aparecer a destiempo.
Palabras anheladas que nunca llegaron, perdidas en otros laberintos paralelos.
Universos rebosantes de palabras que nadie escucha, que nadie dice, que nadie oye, que nadie pide.
Palabras muertas de sed, de hambre, de olvido.
Palabras llenas de polvo, de hastío, de abandono.
Palabras muertas en laberintos ciegos.