No me sale el endecasílabo,
el alejandrino me escapa,
queda rengo el soneto
y la metáfora no alcanza.
La sintaxis se altera
por el hiperbaton que invade,
y no permite florecer
con gracia la frase rimada.
Quizá la anáfora pudiera
orientar por fin las palabras,
acomodar ocasos, palomas y velas,
darle un rumbo a la pluma
o de púrpura y carmesí adornarla.
Pero está visto que el destino
ha tramado mal en mi contra,
tramoya fulera que arroja,
con actitud descarnada,
contra fauces hambrientas
cual si nada importara
mis interminables deseos,
de escribir, una vez en mi vida,
tan sólo un poema,
de amor,
completo.
el alejandrino me escapa,
queda rengo el soneto
y la metáfora no alcanza.
La sintaxis se altera
por el hiperbaton que invade,
y no permite florecer
con gracia la frase rimada.
Quizá la anáfora pudiera
orientar por fin las palabras,
acomodar ocasos, palomas y velas,
darle un rumbo a la pluma
o de púrpura y carmesí adornarla.
Pero está visto que el destino
ha tramado mal en mi contra,
tramoya fulera que arroja,
con actitud descarnada,
contra fauces hambrientas
cual si nada importara
mis interminables deseos,
de escribir, una vez en mi vida,
tan sólo un poema,
de amor,
completo.
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