Atardeceres
de la infancia,
tirada
en el pasto,
sintiendo
la gramilla en la espalda,
perdida
la mirada tras el vuelo
de
las bandadas que disputan
eternas batallas en lo alto.
He
vuelto al lugar de siempre,
la
misma fecha, estación semejante:
el
espectáculo no ha variado,
el
asombro perdura.
Aparecerá
el lucero a la hora exacta,
la
luna detrás del monte
y
el croar de los sapos.
Estoy
aquí,
casi
todo vuelve a ser como antes.
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