Quizá
la llovizna pueda,
como
un bálsamo
calmar
la tristeza del frío.
Aquietar
el polvo
que
desdibuja las casas
abrir
las ventanas que cerró el viento
pintar
de rojo los malvones
y
sacar una canción
de
la garganta muda de los sapos.
Quizá
la llovizna pueda
achicar
la nostalgia de los viejos
traer
a la memoria el olor del trigo,
los
corderos nuevos, el gallo negro
y la paz del río.
Sólo
milagros chicos,
que
la llovizna hace,
a
pesar del frío.
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