En la cocina de la casa
donde fue feliz mi infancia
estaba el general menéndez
sentado, quieto,
los ojos muertos.
Afuera los compañeros
reían y brindaban
el día iba pasando,
ignoro porqué el festejo
pero yo no podía
apartarme de la imagen
del que estaba
sentado adentro,
solo,
con un traje negro,
los ojos muertos.
Pregunté a mi madre
quién se haría cargo de él
por qué no se lo llevaban,
ella calló,
luego suave dijo
"que lo cuiden ellos,
su familia,
no ensuciaré mis manos
por un ave negra"
Por momentos grité
uno y mil insultos
igual los compañeros,
llegó la noche
y él seguía inmóvil,
en una silla
quieto
esperando qué,
los ojos muertos.
Sólo un instante
extremadamente breve,
sentí piedad,
aunque odié verlo
invadiendo mi casa
trastornando mi sueño.
Despierta,
no logro olvidar
haberlo visto,
sentado, quieto
con un traje negro,
los ojos muertos.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home