No
entendés la metáfora, le digo,
y
se queda frente a la pared,
en
silencio
la
mira como si fuese un espejo
pero
sólo hay ladrillos
una
grieta apenas marcada
y
su sombra estrecha.
Sueña
que hay un espejo
en
el que puede verme ahora
yo
estoy parada detrás suyo
y
trata de aferrar mi imagen.
Estira
su mano
y,
lo sé, puede tocarme ahora, aunque
cuando me toca jamás lo hace con calma,
mas bien pareciera estar cayendo
y ahí estoy yo, la cuesta
que lo tira hacia abajo, y lo único que puede agarrar
con
esas manos quietas
con
esos ojos tan abiertos
que
atraviesan la pared
que
se hace espejo
en
donde se refleja mi dolor
profundo
callado
callado
blanco
como una metáfora que dice
como una metáfora que dice
lo
que ya no existe.
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