Moriré una noche de Abril
cerca de la madrugada,
mientras en la vieja Lisboa
se llenan de flores los balcones
y los malinches incendian
las calles de Managua.
Una ceremonia breve
(nunca las formalidades
ni los actos protocolares
han sido lo mío).
Luego el Padre Fuego
y volver,
definitivamente, al río,
a la sombra del recuerdo
de la sombra del sauce
que protegió mi infancia.
cerca de la madrugada,
mientras en la vieja Lisboa
se llenan de flores los balcones
y los malinches incendian
las calles de Managua.
Una ceremonia breve
(nunca las formalidades
ni los actos protocolares
han sido lo mío).
Luego el Padre Fuego
y volver,
definitivamente, al río,
a la sombra del recuerdo
de la sombra del sauce
que protegió mi infancia.
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