Como si de un atardecer luminoso se tratara
van cayendo las palabras del perdón.
Aletean breves, un instante,
antes de perderse tras de tu sombra.
Una a una se hilvanan
se dan ánimos
pequeño retazo de calor prestado.
Palabras llegando tarde,
nuevamente.
Fulgor vacío
sobre lo irremediable.
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