La resonancia de los suplicios

El suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación. En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, Buenos Aires (2002)

Nombre: blanconegro
Ubicación: Argentina

19 marzo 2012

Apenas una líneas
para actualizar estado del face
o comentar la admiración
que generan unos zapatos rojos
diseñados por lauren

(a veces paso horas analizando este tipo de calzados que son capaces de sostener a una persona en posición vertical o incluso caminar mirando a un lado y otro o bajar escaleras de memoria, y no dejan de sorprenderme las capacidades inauditas que se logran con los avances de la ingeniería de materiales y los expertos en movimientos que conjugan equilibrio y resistencia en dosis tan elevadas, aunque creo que el sitio de tan disfuncional calzado debería ser una vitrina de blindex)

Y mientras tanto
las palabras se acumulan
no logran salir
atadas asustadas
entre los pliegues de un ánimo
poco propicio a brindar
información de sí

(imagino que las palabras en mi cabeza están conformando una madeja enredada, como las lanas que ayudaba a ovillar y venían anudadas, horas y horas hasta encontrar el modo en que cada hilo se separaba del resto para ir a formar un ovillo prolijito, listo para ser transformado en abrigo, y no encuentro la manera de ovillar palabras sin recurrir a la tijera)

Apenas si logro
sacar un par de palabras
una línea
un párrafo deforme
mientras la angustia
amenaza ser pesadilla

(me aparece la imagen de una pesadilla recurrente, estoy mascando chicle y debo contestar a una pregunta, debo sacar el chicle de mi boca y empiezo sacando una parte, pero sigo y sigo sacando y nunca mi boca queda libre, no pueden salir los sonidos porque me ahogo y sigo sacando chicle hasta que despierto, sin aire casi)

Apenas si logro
acomodar dos o tres palabras
antes de quedar sin alma